La campaña política ha llegado a su fin y tenemos nuevos funcionarios
electos. El presidente electo ha nombrado a casi todo su gabinete, y ya no
queda más que decir; ahora es el momento de trabajar para enderezar el camino
administrativo, jurídico y político de nuestro país.
El nuevo inquilino del Palacio Ejecutivo ha dado buenas señales hasta
ahora, tanto en sus discursos como en sus designaciones. Esperamos que en su
gestión prevalezcan la sensatez, la transparencia y una buena administración.
El presidente electo, un hombre que luchó en las calles durante la época de
la dictadura, conoce bien las consecuencias de una mala gestión. Si no actúa
correctamente, podrían surgir protestas en las calles. Por lo tanto, debe
asegurarse de que su administración se oriente siempre al bienestar del país y
esté en consonancia con sus conciudadanos, evitando así las prácticas que
siempre combatió.
Es difícil erradicar las malas prácticas políticas y, a menudo, los
adversarios no son razonables. Incluso cuando algo es beneficioso, lo rechazan
simplemente por oponerse al mandatario, quien los derrotó en las urnas.
En cuanto a los diputados, el panorama ha cambiado significativamente: ya
no son cinco los independientes, sino veinte, lo que significa veinte voces
exigiendo que las cosas se hagan bien. Los políticos deben adaptarse a esta
nueva realidad y aprovecharla para cambiar su actitud, recuperando así la
credibilidad de la ciudadanía, que actualmente califica muy mal su gestión.
Deben dejar de enfocarse en comprar votos, regalar prebendas u ofrecer
ayudas. En su lugar, deben presentar y sustentar proyectos sólidos. Si los
proyectos son buenos, serán aprobados; si no, serán rechazados. Es hora de
acabar con las prácticas clientelistas y respaldar al pueblo cuando sea
necesario.
Si los diputados continúan con el método tradicional, serán rechazados por
los ciudadanos.
Los alcaldes y representantes tienen ahora la oportunidad de cumplir con
las tareas que les encomienda la Constitución, como velar por sus comunidades y
sus necesidades urgentes: caminos y calles, escuelas, servicios de agua,
electricidad, comunicación y salud, sin olvidar la seguridad.
El reto planteado por los electores es grande, pero es la oportunidad esperada
para iniciar un nuevo diseño en el que las autoridades elegidas administren la
cosa pública pensando en lo que le conviene al país. Es crucial que manejen sus
responsabilidades con la transparencia requerida y la buena voluntad en sus
acciones.
Esperamos que así sea y que Dios nos guíe hacia un futuro lleno de cambios
positivos para este país que tanto los necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario